Nunca sabremos a ciencia cierta si hay vida después de la vida. Para ello habremos de morirnos. Y prisa no tenemos ninguno en comprobarlo.
Tampoco sabremos si la recientemente fallecida Rita Barberá era inocente o culpable de los delitos que se le imputaban.
Lo que sí sabremos y sabemos es la doble moral de los dirigentes del Partido Popular que ahora acusan a prensa, twiteros y a Cristo Bendito del fallecimiento de la exalcaldesa valenciana. Como si ellos no la hubiesen apartado y dicho cosas tan parecidas a "esa señora de la que usted me habla..."
Rita fue alcaldesa de los valencianos y valencianas. Y senadora. Y maleducada al reírse de los familiares de las víctimas del accidente de metro. Y muchas cosas más.
Pero estoy de acuerdo en que hay que guardar respeto a las personas que han fallecido. Por eso mismo no diré qué pienso de la difunta Barberá cuando ella no hizo lo propio con sus conciudadanos fallecidos en ese terrible accidente.
Ser respetuoso no implica hacer un minuto de silencio a alguien que no era diputada. Era senadora.
Porque puestos a exigir cosas, ¿por qué un minuto de silencio y no un funeral de estado con disparos de salvas incluídos?
No, no celebro la muerte de nadie. Pero que no me obliguen a estar consternado por la muerte de alguien.
Que descanse en paz. Seguro que más de un compañero suyo de partido está mucho más tranquilo sin su declaración. Y lo que está seguro es que la guerra de clases persistirá mucho tiempo: mientras hay gente que muere en la calle pasando frío y hambre, otros lo hacen en un hotel de cinco estrellas.
Maldita muerte que siempre llega. Bendita muerte que a todos nos llega e iguala.
Al escribir estas líneas me entero del fallecimiento de Fidel Castro. Jamás defenderé dictadura alguna. Jamás. Ya veréis cuantos fachas atacan la figura de Fidel mientras siguen callando y denegando condenar la dictadura de Franco y que recuperen las familias los cadáveres enterrados en cunetas.
No, quienes hacen ese juego no son despistados: son malnacidos. Y punto.
Al menos de momento. Y es que lo de ayer fue de traca final. De "mascletá".
Se consumó la traición de los diputados socialistas a sus votantes y afiliados.
Se consumó el vender un partido centenario a la derecha pura y dura de nuestro país a cambio de nada.
MONÓLOGO SOBRE EL FINAL DEL VERANO.
Pues se nos va marchando el verano. Y con él, volverán nuestros "ídolos" de los medios: Antonio Giménez (13TV), Jiménez Losantos (Esradio) o Carlos Herrera. Y es que un día oyendo radio, o viendo tv, sin estos tres humoristas no es lo mismo.
En deportes, la Liga ha vuelto. Y de nuevo viviremos una apasionante competición en la que la duda será cuándo la gana el Real Madrid o el F.C.Barcelona. Y con cuántos puntos de diferencia estarán estos dos por encima del resto.
Las piscinas cerrarán y las playas se vaciarán.
Y así, dejaremos de poder ver esos cuerpos tan bonitos y esculturales que nos han deleitado durante estos meses: desde el señor tatuado cuyo mérito nuestro de buen observador es encontrar un solo pedacito de piel que le quede sin pintar; pasando por la señora que se maquilla más que si fuese a una boda, se pone unos collares de perlas comprado en los chinos y lleva el complemento indispensable: una gorra de "Carnicería Pepito" que no se quita ni para entrar al agua.
En no muchas semanas volveremos al abrigo, pantalón largo y camisa (también de manga larga), excepto que seas comercial o gilipollas, y en estas fechas lo uses tambíen.
Curiosa especie la del gilipollas veraniego: en pleno verano, y de paseo, les encanta ponerse unas bermudas (si son de color rojo, mejor), sandalias y camisa de manga larga.
Claro, que el gilipollas veraniego tiene una versión más heavy: el gilipollas anual, que suele llevar lo descrito anteriormente en verano, y en pleno invierno, mientras nieva en Alcoy o hace un frío que pela en Alicante, él va con su pantalón (rojo, por supuesto) y una sola camisa en el pecho, normalmente de color blanco, y de manga larga; mangas que suele llevar doblada por encima de las muñecas para que podamos observar su precioso reloj. Que digo yo, si ese reloj no lo puede lucir en verano con una camisa de manga corta...
Se nos marcha el verano. Y con él las vacaciones de esas adorables criaturitas llamadas hijos o hijas.
Volverán al cole. Y estaremos separados de ellos más de cinco horas diarias (sin contar las de nuestro trabajo, si tenemos). Y apenados ya no podremos disfrutar que nos griten, lloren sin sentido, nos hagan chantaje para ponerles los dibujos...y las baterías de nuestros móviles nos durarán el doble ( y los datos de internet) pues nos daremos cuenta que ese teléfono que compramos hace cinco meses sirve para algo más que para que nuestro peque vea "La Patrulla Canina" o "Peppa Pig" a través de Youtube mientras nosotros sólo deseamos tomar una mísera cerveza en una terraza con algo de tranquilidad.
Se nos va el verano. Y los políticos volverán a no hacer nada. Estos, los políticos, este año han trabajado en verano. Reuniones por aquí, declaraciones por allá. Todo por el bien de España, Fijáos si es por el bien de España que sin gobierno está bajando el paro y la prima de riesgo está tan baja que no la reconoce ni la madre que la parió.
Veinte años más sin gobierno debieran haber: nos hacemos hasta con el poder de la Casablanca.
Digamos adiós al verano: un verano que será inolvidable. Por fin podremos cerrar las ventanas por las noches y no tendremos que oir la música de las fiestas, los gritos de los que están dando por saco a las dos de la madrugada en plena calle, ni los polvos de la vecina cincuentona del sexto. Aunque a ella la perdono: para una vez que liga...
Digamos adiós al verano: la única estación que nos avisa que ducharse es algo más que un verbo; es una obligación moral de buen ciudadano. Mucho más importante que formar gobierno o que Losantos pueda volver a berrear lleno de tatuajes con una gorra de la Carnicería Pepe.